Cada instante de nuestros encuentros
celebramos, como una presencia Divina,
solos en todo el mundo. Entrabas
más audaz y liviana que el ala de un ave;
por la escalera, como un delirio,
saltabas de a dos los escalones, y corrÃas
a través de las húmedas lilas, llevándome
lejos,
a tus dominios, al otro lado del espejo.
Cuando llegó la noche, recibà la gracia, las puertas del altar se abrieron, y brilló en la oscuridad, en el espacio la desnudez, y se inclinó lentamente, y despertando, pronuncié: "'¡Benditas seas!", y enseguida percibà la insolencia de esta bendición. DormÃas, y para pintar tus párpados de aquel azul eterno las lilas se inclinaron hacia ti desde la mesa. Tus párpados azules ahora estaban serenos, y tibias tus manos. En el cristal se percibÃa el pulso de los rÃos, el humo de los cerros, el resplandor del mar, y una esfera en la palma de la mano sostenÃas, de cristal, y dormÃas en el trono, y ¡oh Dios Santo! eras mÃa solamente. Al despertarte, habÃa transformado el común lenguaje cotidiano y con renovada fuerza se colmó la garganta de vocablos sonoros, y la palabra "tú", tan liviana, querÃa decir "rey" ahora, revelando su nuevo significado. De pronto, en el mundo todo ha cambiado, hasta las cosas simples, como la jarra, la palangana, cuando se erguÃa en medio de nosotros, cuidándonos, el agua, dura y laminada. Fuimos llevados hacia el más allá, y se abrÃan ante nosotros, como por encanto, las ciudades milagrosas, y nos invitaban a pasar, la menta se extendÃa bajo nuestro pies, las aves seguÃan nuestro camino, los peces remontaban nuevos rÃos, y el cielo se abrió ante nuestros ojos... Mientras seguÃa nuestra huellas el destino, como el loco, armado de una navaja. Los primeros encuentros - Arseny Tarkovsky
Cuando llegó la noche, recibà la gracia, las puertas del altar se abrieron, y brilló en la oscuridad, en el espacio la desnudez, y se inclinó lentamente, y despertando, pronuncié: "'¡Benditas seas!", y enseguida percibà la insolencia de esta bendición. DormÃas, y para pintar tus párpados de aquel azul eterno las lilas se inclinaron hacia ti desde la mesa. Tus párpados azules ahora estaban serenos, y tibias tus manos. En el cristal se percibÃa el pulso de los rÃos, el humo de los cerros, el resplandor del mar, y una esfera en la palma de la mano sostenÃas, de cristal, y dormÃas en el trono, y ¡oh Dios Santo! eras mÃa solamente. Al despertarte, habÃa transformado el común lenguaje cotidiano y con renovada fuerza se colmó la garganta de vocablos sonoros, y la palabra "tú", tan liviana, querÃa decir "rey" ahora, revelando su nuevo significado. De pronto, en el mundo todo ha cambiado, hasta las cosas simples, como la jarra, la palangana, cuando se erguÃa en medio de nosotros, cuidándonos, el agua, dura y laminada. Fuimos llevados hacia el más allá, y se abrÃan ante nosotros, como por encanto, las ciudades milagrosas, y nos invitaban a pasar, la menta se extendÃa bajo nuestro pies, las aves seguÃan nuestro camino, los peces remontaban nuevos rÃos, y el cielo se abrió ante nuestros ojos... Mientras seguÃa nuestra huellas el destino, como el loco, armado de una navaja. Los primeros encuentros - Arseny Tarkovsky